viernes, 27 de febrero de 2015

La España Tronista (6)

No siempre prevalecieron, y durante un tiempo se les pudo observar con curiosidad y suficiencia. En el prólogo de la supremacía tronista, cuando ésta aún no era ni una leve sospecha, reconocidos neurólogos trataron de determinar el funcionamiento cerebral de esta nueva división de la especie: los tronistas. Los voluntarios fueron reclutados con la promesa de que asistían a un casting de telerrealidad; la lente de una cámara frente a sus rostros fue suficiente para rebajar las dudas de los más suspicaces que, por otro lado, fueron pocos.
Se puede decir que el examen cerebral fue, en nombre de la ciencia, de dudosa ética y moralidad, pero es innegable que sus resultados arrojaron cierta luz sobre las tinieblas tronistas. Así, se descubrió que los sujetos puestos a prueba eran inmunes a casi cualquier estímulo sociocultural, pero que ritmos musicales basados en composiciones carentes de toda complejidad como “chunda chunda” o “chis pum, chis pum” elevaban la actividad cerebral por encima de lo que hasta entonces se creía posible en un ser humano estándar.
Las conclusiones no fueron celebradas. Poco después empezó todo.

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