lunes, 24 de diciembre de 2012

Manzanas


Realizamos un simple y mal financiado estudio estadístico y sociológico sobre la población comprendida en la salvaje franja de edad de los dieciséis a los treinta años. La pregunta fue igualmente sencilla e incisiva: queríamos saber si valoraban más la propiedad y posesión de su libertad o de su iCall.

Un ochenta y seis por ciento de los jóvenes encuestados afirmó que necesitaba urgentemente su teléfono para consultar la respuesta.

martes, 18 de diciembre de 2012

Tabacalera


Se dejaban caer el verano del año cuarenta y cuatro en Italia, y una buena cantidad de proyectiles explosivos. El soldado Frank Mathewson, que había estado fumando medio agachado bajo el frágil cobijo de un muro a punto de ceder y la terca insistencia de la artillería alemana, empezó  su cuarto cigarrillo cuando al fin los boches se cansaron de  tirar casi a ciegas. Ya se había disipado todo el humo y había caído toda la tierra en suspensión, cuando el mayor Sutherland atravesó las zanjas, cráteres y trincheras con largas zancadas, rodeándose de un repentino jardín de cascos y fusiles que comenzaron a brotar, y se plantó frente a Frank, al que unos cuantos ladrillos y algunos trozos de metralla no le habían abierto la cabeza por una simple cuestión de centímetros.

“Oiga, Mathewson”, le dijo, “yo admiro a los hombres valientes y a los patriotas. Me gusta tenerlos a ambos a mi lado, y que sirvan bajo mi mando. Pero, ¿valora usted poco la vida? ¿Sabe dosificar la suerte, maldita sea? Hace una semana saltó sobre aquel nido de ametralladora, sin que le alcanzaran ni una vez. ¡Atravesó corriendo cincuenta malditos metros delante de la boca de esa MG 42! Poco antes se plantó usted solo delante de aquel Tiger, y todos sabemos que le habría volado las pelotas si el cañón defectuoso no hubiera reventado. ¿Acostumbra a ver muchos cañones alemanes defectuosos? Usted siempre es el más expuesto, siempre corre en primera línea, ¡casi nunca lleva su casco! Pero nunca le han alcanzado. Se pasea a la sombra de la aviación enemiga y se permite el lujo de fumar debajo de su artillería. ¿Es que está loco, Mathewson, o es que estira demasiado su fortuna? ¿Cree que le alcanzará para llegar usted solo a Berlín?”.

Mathewson, cubierto de tierra y sin tener a mano su casco para cubrirse adecuadamente (como era habitual), se incorporó lentamente y se cuadró delante de su superior. El cigarrillo, que medio roto le colgaba de los labios, se le había vuelto a apagar.

“Mayor Sutherland, señor. Estoy muy tranquilo con eso, señor. Ya estoy pagando esa buena fortuna de la que habla, señor. Por cuotas”. Luego intentó enderezar el cigarrillo, porque era un hombre con un vicio muy marcado. Irresistible, solía decir. Pidió fuego y los alemanes parecieron escucharle, porque volvieron a tirar.

Cuando acabó la guerra supimos que el cáncer de pulmón le mató más o menos un año después de que se rindieran los alemanes. Tuvo la buena suerte, al menos, de poder pagarse el funeral y a una viuda llorosa para el caso con los réditos de la lotería.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Sinergia


Verás, Bobby, te lo expondré de la forma más clara posible. No llegaremos a tiempo. Odio esa maldita expresión, pero es cierta. Como que hay un Dios, Bobby; no hay forma de que lleguemos al plazo previsto, no podremos exponer la disertación en la fecha señalada. Créeme, hemos tanteado casi todas las opciones, y no lo conseguiremos. No sé si ha sido torpeza, falta de visión o mala suerte, Bobby, pero definitivamente no llegaremos a tiempo. Así que es hora de hablar de alternativas. Hemos puesto algunas sobre la mesa, pero te diré la verdad: casi ninguna ha prosperado. Hay pocas vías que tomar ahora, excepto, obviamente, retrasar la exposición. Ganar tiempo, unos días. Pero eso es difícil, ¿no? ¿Qué argumento de peso podría convencer a la profesora de que no estamos listos por una fuerza mayor, por una causa que nos supera? ¿Se te ocurre alguno, Bobby? Hemos pensado que la falta de uno de nosotros podría ser motivo bastante, pero para eso no puede tratarse de una falta cualquiera, no; ha de ser una inexcusable, insalvable, que haga totalmente imposible que el grupo pueda estar reunido completo para exponer su disertación correctamente. ¿Entiendes, Bobby? Tiene que ser real, o no servirá como excusa, ni como nada. No se la creería nadie. Eso es lo que hemos hablado y decidido hasta que has llegado. Nos sigues, ¿verdad?
Entonces, déjame una pierna. Puede que te duela.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Veo, veo


- Dilo.

- ¡No!

- Dilo.

- ¡NO! ¿Para qué? Sé que va a pasar. ¡No! ¿Por qué?

- Tiene que ser perfecto. Es mucho peor que me hagan enfadar. Dilo.

- …veo, veo.

- Eso puede arreglarse.