jueves, 24 de enero de 2013

Reyes adorados


Según me ha venido diciendo mamá durante años, los Reyes Magos no existen. Pero pasa el tiempo y a mí siguen sin salirme las cuentas, algo me punza aún el espinazo, detalles que se me escapan, que no terminan de encajar. Porque yo recuerdo con mucho detalle aquella madrugada de enero en la que ellos se llevaron a mi padre. Hacía frío y  me cubría la boca para tapar mi respiración; estaba escondido debajo de la mesa y los veía pasar lentamente de un lado a otro, durante demasiado tiempo. Recuerdo perfectamente que entonces tuve miedo y disparé a alguien con la pistola de papá. Mamá lo niega, pero tras el fogonazo escuché un cuerpo desplomado.
De algún modo, en parte por culpa de que mamá me sacó rápidamente de allí, consiguieron escapar. No volví a ver a mi padre.

miércoles, 16 de enero de 2013

Deutsche Grammophon


Si nadie lo remedia, puede llegar un día en el que si no adoras a Sebastian Bach sobre todas las cosas, si ejerces resistencia activa prefiriendo a Manuel de Falla antes que a Händel, y Beethoven no es la línea de corte natural del oído fino; si no proclamas a viva voz que Strauss nunca murió, si tu respuesta para todo no es Richard Wagner y niegas que cada mujer sea una valkiria, tal vez tengas un problema.

miércoles, 9 de enero de 2013

Contaminación lumínica


Tras varios, muchos (muchísimos) años en coma, lo primero que hizo papá al ser plenamente consciente fue ir hasta la ventana y asomarse tanto por ella que temimos que volviera pronto al sueño. Pero nos contuvo escucharle reír a carcajadas y verle agitar los brazos hacia la gran y resplandeciente ciudad. Parecía que quisiera aferrarse al horizonte amarillento de la noche.

“¡El cielo se ilumina! ¡EL MUNDO ESTÁ EN LLAMAS!”.

La verdad es que jamás vi a un hombre tan feliz.


sábado, 5 de enero de 2013

El frío que surgió del espía


Un par de maldiciones entre dientes y su adecuada respuesta en alemán precedieron a dos fogonazos susurrados. El inglés se llevó una mano al pecho cada vez más enrojecido y al poco, lo que duró una turbia mirada de desconcierto e impotencia, se desplomó sobre el duro pavimento de Berlín. Le siguió el cigarrillo encendido a medio consumir, que fue rodando hasta sus zapatos por delante de la sangre.
El humo escapaba lentamente por la boca del silenciador de la pistola de Otto Müntzer, y al bajarla dibujó un pequeño surco que apenas perduró algún tiempo en el aire frío de la noche. El inglés no había vuelto a moverse desde el último espasmo, pero Müntzer estaba avisado de antemano por la prudencia y el oficio, y tardó en acercarse. Cuando finalmente lo hizo crujió la escarcha del invierno bajo sus pies. La pistola aún apuntaba a la garganta del inglés cuando se agachó, pero no cabía duda de que la vida se le había escapado a borbotones por el pecho perforado. Müntzer se inclinó y trató de adivinar algún atisbo de respiración que justificara un último y piadoso disparo, pero el calor de la última respiración se había escapado hacía ya mucho. Solo llegaba frío de esa garganta, mucho frío; aire lento, pesado y gélido.
Desde luego, pensó Müntzer al sentirlo en su mejilla, qué tipo tan poco sentimental.

miércoles, 2 de enero de 2013

Botsuana


Última hora. Siguen sorprendiendo las inacabables barbaries que es capaz de perpetrar el ser humano, incluso en unas fechas tan señaladas como estas. Las ideas se traban a la hora de tratar de describir esta salvajada, pero allá vamos: esta mañana, tras el aviso de varios vecinos, la Policía descolgó los cuerpos “pendulares” de tres hombres que habían pasado el día anterior recorriendo diversos establecimientos de la localidad caracterizados como sus Majestades los Reyes Magos de Oriente. Las autoridades han encontrado también una nota en la que se atribuye este indescriptible vandalismo a grupos antisistema y antimonárquicos. Fuentes policiales han informado de que dicha nota reivindicativa concluía proclamando: “Viva la República, muera la monarquía, y por algún sitio hay que empezar”.