miércoles, 9 de enero de 2013

Contaminación lumínica


Tras varios, muchos (muchísimos) años en coma, lo primero que hizo papá al ser plenamente consciente fue ir hasta la ventana y asomarse tanto por ella que temimos que volviera pronto al sueño. Pero nos contuvo escucharle reír a carcajadas y verle agitar los brazos hacia la gran y resplandeciente ciudad. Parecía que quisiera aferrarse al horizonte amarillento de la noche.

“¡El cielo se ilumina! ¡EL MUNDO ESTÁ EN LLAMAS!”.

La verdad es que jamás vi a un hombre tan feliz.


5 comentarios:

  1. Sus ojos de nuevo se abrieron vírgenes...Un abrazo

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  2. En primer lugar, me alegra mucho que hayas decidido revelar tu nombre, Enrique, aunque la última palabra acerca del mismo, siempre la tendrás tú, como corresponde.
    En segundo lugar, espero que aquí te sientas más a gusto en relación con la extensión de los textos blogueros, los otros, ya sabrás qué hacer con ellos.
    En tercer lugar, el hombre del relato seguramente se durmió cuando las luces de la ciudad sólo eran farolas a gas.
    En cuarto lugar, nunca hubo una cuarta cosa que decir, así que la invento sobre la marcha.
    Un abrazo.
    HD

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  3. Me da un poco de envidia. Es estupendo poder maravillarse con cosas que para otros son cotidianas :)
    Besos

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