jueves, 30 de octubre de 2014

Bonita

Finalmente se dignó a aparentar que lo que menos le importaba era la orquesta, la virtuosa y exquisitamente clásica orquesta. Apenas separó los labios carmesíes y apoyó la mejilla en el índice y en el corazón. Aceptó el ofrecimiento, la copa, los halagos, la atención y la charla, pero le advirtió desde el principio que trataría de seducirle (de ese modo tan encantador, como si no en realidad no lo pretendiera), con la única finalidad de que, en el frío absoluto de la noche, unos amigos le arrancaran alguno de sus riñones de la espalda, quizá y si eran amables el que menos necesitara de los dos, camuflando el dolor y la fechoría en el casi seguro sopor del alcohol.
Y de sus ojos. Más seguro aún.
Dijo que sí, tuvo que decir que sí, porque era tan, tan bella. Tan irresistiblemente bella. Bellísima.



martes, 28 de octubre de 2014

lunes, 27 de octubre de 2014

Intrahistoria (LXXXV): 51 detenidos en redada anticorrupción

“Estoy convencido”, se lamentó amargamente uno de los detenidos ante todos los micrófonos que quisieron escucharle, “de que yo solo estoy aquí para hacer el número impar”.
“¡Justicia!”, exclamó, sin saber que probablemente no tardaría en llegar un cincuenta y dos, probablemente enemistado con el número par.


sábado, 25 de octubre de 2014

El Otro

Y venían, claro. Por supuesto que venían, y pasaban delante de mí en hilera, ceremoniosos y con altísima solemnidad; y me veían, de eso no hay duda. Pero solo por estar yo allí (dirían ellos que de casualidad), y no por ser yo el que estaba allí. Siendo yo, por tanto, incidental y no motivo. Así que ellos pasaban ante mí, y apenas gastaban pupila y parpadeos en recorrer mis recovecos de piedra y mis cinceladas centenarias. No, porque lo guardaban todo para ella.
La Historia me dio nombre, sospecho ahora que por obligación, y los demás al minuto se deshicieron de él, por inservible. Yo no necesitaba más que un desdeñoso “otro” porque ella sí que tenía un nombre, unos honores, un pasado, y yo era, sin más, complemento a todos ellos. Todas mis atenciones eran derivadas, comprendí. Que yo solo era antesala innominada, aparejo superfluo. Nada más que un “otro”.
Que no me miraban a mí, si no era porque en realidad querían mirarla a ella.
Y supongo que, por cierto rencor o por la imposición de los cuellos de mármol (no lo sé), desde hace siglos no nos miramos, ella y yo.

viernes, 24 de octubre de 2014

Silencio

Dejad de gritar, revoltosos, o la próxima vez no os sacaré solo las cuerdas.
Insisto.
Ssssshhh.

martes, 21 de octubre de 2014

Departamento de Homicidios

“Está bien, muchachos”, dijo el capitán, puro llameante en labios y mano en cinto, a sus expectantes nuevos agentes. “Lo que estáis a punto de ver, tras esta misma puerta, puede que os haga replantearos el futuro. Puede que esta noche no cenéis, y que tengáis que abrazar a vuestros hijos. Puede que revuelva vuestras entrañas. Todas ellas”.
Y los expectantes nuevos agentes asintieron, tragaron salivas y aflojaron los cuellos de sus camisas de uniforme a la fría luz nocturna de las sirenas policiales. El capitán, tras una última bocanada de humo y en una portentosa demostración de poderío, abrió de una patada la puerta de la morada. Al otro lado, la pacífica familia observó en silencio la tromba policial. Atragantada la cena, perdido el interés en el televisor. Como se suele decir, sobrecogida.
Y los agentes, desconcertados, observaron al capitán. Capitán, dijeron. Aquí, en fin, esto no es, ya sabe, ellos están, bueno, vivos. Bien. Intactos.
“Exacto”, contestó el capitán, puro llameante en labios, mano en cinto.
“Esto se llama desempleo”.

domingo, 19 de octubre de 2014

¿Quieres casarte conmigo?

Por supuesto que no tengo miedo a dar el siguiente paso, Martina; pero, si te soy sincero, sí temo aplastarte con él.
Porque eres tan pequeña, Martina, y yo te quiero, te quiero tanto.

jueves, 16 de octubre de 2014

Sube al maldito tren

Porque si sigues aquí, juro por todo lo que se pueda jurar que se me saldrán hasta los riñones y que vomitaré tanto acero que podría levantar un nuevo raíl, una nueva estación, un puto nuevo sistema de vías férreas.
Así que sube al maldito tren.

martes, 14 de octubre de 2014

El ególatra

No hacía otra cosa durante el día que mirarse el ombligo, actitud que todos consideraban naturalmente muy, muy censurable; pero también era cierto que temía desangrarse a raudales por él.

jueves, 9 de octubre de 2014

Intrahistoria (LXXXIV): El perro y el ébola

Nos congratula comunicar que, como Gobierno, hemos cumplido con nuestro deber; y que, desde hoy, decenas de miles de gatos y demás felinos, otrora sumidos en el terror, vivirán un poco más tranquilos con un sabueso menos en las calles.
Fin del comunicado. Miau”. 

lunes, 6 de octubre de 2014

Intrahistoria (LXXXIII): El ébola llega a España (II)

Y fue en aquel preciso momento, habiendo estornudado consuma  inocencia la señora Ministra – tan simple y tan enternecedor, de cotidiano; ya ven, “atchús” y nada más fue – en el ecuador de su solemne comparecencia de urgencia, cuando la miríada de reporteros, periodistas y corresponsales abandonó la sala en (nada más podría definirlo) franca estampida, dejando atrás instrumental, grabación y testimonio, en un desesperado intento por salvar la vida. Dejando - ya ven - a la señora Ministra con la frase “no hay peligro alguno” colgada en los labios.