miércoles, 6 de febrero de 2013

Artes plásticas


Hace poco, después del crujido y el chispazo eléctrico, se encendió la luz a duras penas. Vi las pinturas de las paredes, vi mis grilletes, y le vi a él. No debería tener miedo, pero lo tengo. Y no debería, porque él lleva una camisa de fuerza, y sus brazos están muy bien amarrados a su torso. Él está ahí, retorcido y tirado de cualquier manera en una esquina del calabozo, rodeado de asquerosas trazadas rojas y negras. Inmóvil entre las perturbadoras pinturas. No me mira. No sé si me mira, pero no lo necesita. Solo ríe un poco como si fuera tiza rayando pizarra, y de vez en cuando habla casi para él, hasta que quiere hacerse entender.
Pareces confiado, dice. Muy confiado. Muy tranquilo. Pero piensa. ¿Quién crees que ha hecho los dibujos?
No debería tener miedo. Está amarrado. Está sujeto. La camisa de fuerza.
Dime, ¿te gustan los dibujos?

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