Verán, les he llamado porque algo no va bien. El
problema es que sus muy malcriados hijos no están acostumbrados a jugar con puzles
de tantas piezas. Se sienten totalmente desorientados, perdidos. Y claro,
imagínense el drama; no han dejado de llorar, patalear y rabiar desde que los
dejaron y aquí, y no dejan jugar a los otros niños.
¿No tendrán ustedes algún chupete?
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