sábado, 23 de septiembre de 2017

De difuntos

Antes del funeral, reuní a sus hijos y expuse claramente el asunto. Que, pese a la edad, yo la seguía amando con locura, y que la había amado siempre, desde que siendo niños nos cogimos la mano por primera vez. Que el mundo se me haría difuso y disperso sin ella, y que lo había meditado todo lo posible. Que me hizo prometer que siempre estaría cerca y claro, siendo yo hombre de palabra... Que estaba seguro de que a su marido no le importaría, si es que alguna vez ella le importó. Que no tendrían que pagar dos sepelios, y que pretendía abrazarla tanto, y tan fuerte, que en el ataúd ocuparíamos el sitio de uno, para siempre.

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