viernes, 4 de octubre de 2013

Intrahistoria (VII): El IVA cultural

Varios funcionarios del Ministerio llevaron casi a empellones a un incauto ciudadano hasta el oscuro y tétrico cuartucho de las dependencias gubernamentales. Allí le invitaron muy amablemente a sentarse en una silla y, a continuación, estamparon sobre una mesa un folio con un mensaje único y sencillo.
- A ver, TÚ, ¿puedes leer esto?
El hombrecillo, abrumado por el siempre superior aparato burocrático estatal – o regional, o autonómico, o federal, o local –, representado en ese momento por una muralla de sujetos trajeados y ávidos de una respuesta, negó tímidamente con la cabeza. Ciertamente, aquel «21» de tinta negra no le decía nada. Nada en absoluto.
- No, señor. No sé leer, señor.
Los agentes del Ministerio asintieron y aspiraron la satisfacción del trabajo bien hecho.

Misión cumplida, una vez más.

2 comentarios:

  1. Pocas veces una cifra causa tanto pavor, y por ende, que provenga de un tipo trajeado.

    Me encanta la palabra hombrecillo, dice tanto del personaje...

    Bs

    ResponderEliminar
  2. A los burócratas, en cambio, le decía muchas cosas...

    Saludos!

    J.

    ResponderEliminar