miércoles, 25 de septiembre de 2013

Intrahistoria (VI): La operación del rey

Nadie pareció darse cuenta. Una legión de avezados periodistas no fue capaz de descubrirlo. Los doctores callaron como se callan los verdaderos secretos de Estado. El detalle había pasado inadvertido, como estaba previsto. Pero aún así era necesario comprobarlo. El futuro de la institución estaba en juego. Ningún fleco podía quedar despuntado, ningún cabo suelto. Así que, pese a las reticencias del Gobierno, los técnicos finalmente sometieron al monarca al test de empatía y al resto de pruebas. Por ejemplo, en respuesta a una serie de imágenes cuya temática central era el desahucio y demás dramas sociales, su majestad no ofreció reacción alguna. Nula dilatación de las pupilas. Irrisorio aumento de la frecuencia respiratoria; nada que no se esperara con antelación. El resultado general, pese a todo, fue satisfactorio. Quedaban aún ciertos problemas de programación, inevitables por otro lado, especialmente en lo que se refería a movilidad y habla; también un leve pero inoportuno, por claramente antinatural, brillo en los ojos. Pero todos ellos podrían solucionarse completamente en unos meses. Todo estaba ensamblado y bien ensamblado, al fin y al cabo.

La continuidad de la Corona había quedado asegurada. Al autómata no se le había programado para abdicar. 

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