Estimados simpatizantes, amantes y adversarios:
Os dedico estas palabras habida cuenta de que valoro sinceramente
todos y cada uno de vuestros esfuerzos pedestres, unos por caminar y otros por
pisar. Creedme si os digo que estoy conmovida, y que nunca pensé que movería
tantas voluntades, ni en tantos sentidos, casi sin quererlo, sin pedirlo. Me
siento más que halagada, pero tengo que pediros en estas últimas y postreras
palabras, estimados todos y todas, que cejéis en vuestro empeño, que cuanto
antes lo dejéis estar. En otro tiempo os animaría a marchar, a unos, y a
machacar, a otros, porque yo realmente pensé que esto iba de aquello, pero las
cosas han tomado otro rumbo. Las cosas, muy estimados míos, han cambiado.
Y es que la que se marcha, en realidad, soy yo.
Atentamente,
D.
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