Los monstruos aguardaron agazapados en la oscuridad,
infinitamente maliciosos e infinitamente pacientes, esperando de nuevo su
momento. Que llegaría, inexorable, con litros derramados de amnesia y gatopardismo. Solo era cuestión de
esperar.
Al fin y al cabo, siseaban entre ellos con esperanza
ennegrecida, solo serán veinticuatro horas. Solo eso, y nada más; y de nuevo
todo será nuestro.
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