En un increíble y emotivo acto de reconciliación nacional,
que provocó el desliz lacrimógeno de casi todos los presentes, los
representantes de los dos principales partidos políticos se hicieron entrega
mutuamente de las cuentas de cadáveres que, como buen ejemplo del indispensable
juego político y democrático, cargaron durante los últimos años a la cuenta del
otro.
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