Hemos pensado en añadir por Ley los silbidos y demás
descalificaciones pasionales a la melodía definitiva y oficial de este nuestro
sacrosanto Himno. Fin del problema territorial, triunfo de la democracia
occidental, de la política. De este modo - estamos seguros desde el Gobierno
central - por fin será, de una vez por todas, el Himno de todos y de todas.
Les guste o no, por supuesto.
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