Respecto al tema del Juicio Final, se sabe que el
Todopoderoso acudió a interponer recurso para iniciarlo. Trabas, las habituales
para esto; en primer momento costó hacerle creer que, aún pese a su condición
divina y suprema, necesitaba de abogado. Después, sin más remedio, se tuvo que
plegar a nuestros mortales tiempos, y es sabido que son insoportablemente
lentos, por eso de que no hay soporte informático que tramite adecuadamente
aquello del Fin, y de que los Juzgados y Tribunales echan a mediodía la
persiana. Así que la Humanidad puede confiar en un futuro transitorio que
parece que no merece, virtud de una Justicia dilatada. Se ha previsto, además,
que cuando se resuelva el proceso – diez, quince años quizá – se recurra la previsible
sentencia desfavorable ante Estrasburgo.
“Siempre funciona”, dicen los entendidos.
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