Y cuando finalmente para gozo de los fieles llegó la
hora largamente señalada y el Todopoderoso y Único Dios tuvo a bien bajar a
esta tierra que sus devotos seguidores llamaban su Gran Creación, se acercó
hasta la miríada de profetas y vocales y les preguntó, tan perfecta e
infaliblemente intrigado:
«Pero, decidme algo; ¿por qué están todos tan serios?».
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