Durante horas el mundo entero contuvo la respiración,
con insoportable ansiedad e incertidumbre; pero finalmente todo llegó a feliz
puerto, a la catarsis de la tranquilidad y la seguridad, cuando los distintos
Ministerios de Asuntos Exteriores de Occidente anunciaron a sus respectivas
ciudadanías que los eventos recientes no influirían «para nada, para nada» en
los horarios de servicio de los muchos y queridos restaurantes tailandeses
radicados en su territorio.
Y un fiú
recorrió Europa.
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