Han dicho numerosos sabios y reconocidísimos
cartógrafos que la ruta hacia ese país maldito y lleno de peligros, ese país
que por cierto nos está vedado desde hace siglos y cuya existencia incluso
algunos habéis llegado a dudar, no es ya cuestión de mapas o de cartas. Que las
viejas ciencias de la exploración, la navegación y el viaje han caído en
desuso, al menos para este caso.
En realidad, han dicho, todo lo que se necesita es
silencio. Mucho silencio y oído fino.
El camino a aquel país maldito y lleno de peligros,
el que cerraron y que más bien parece que no existe, es el que marca la
sonorísima y a la vez tan lejana carcajada que trae el viento que llega del
oeste.
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