“Estoy convencido”, se lamentó amargamente uno de los
detenidos ante todos los micrófonos que quisieron escucharle, “de que yo solo
estoy aquí para hacer el número impar”.
“¡Justicia!”, exclamó, sin saber que probablemente no
tardaría en llegar un cincuenta y dos, probablemente enemistado con el número
par.
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