Numerosos medios ya se han hecho eco de que otros
tantos herederos y jóvenes monarcas de los países de nuestro entorno no están
ni tan siquiera completos en el más estricto sentido de la palabra, presentando
horribles y monstruosas deformidades que aterrorizan a sus respectivas
ciudadanías, forzosamente cada día más republicanas. «Es una suerte», han
comentado diversos analistas expertos en casas reales, «que al menos nuestro
novísimo rey disponga de dos manos para saludar al pueblo llano».
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