Hubo una revuelta en el cráneo de este hombre.
Ideas inciertas que nunca florecieron se amotinaron contra este antiguo
genio, y con franca indisciplina reclamaron su derecho a ser expresadas. El mal
llamado amo, que no las consideró aún procedentes, tuvo a bien avisar con
cierta antelación de un cierto dolor en un concreto ángulo en la parte trasera
del cráneo, sin sospechar la rebelión. La lengua se le empezó a trabar,
susurrando con timidez insurrecta palabras que su propietario no quería. Quedó
claro que toda resistencia de silencio de este antiguo genio sería inútil; por
mucho que se tapara la boca, la presión tenía que salir. Los que le
encontraron, tendido en el suelo y obviamente muerto, con aquel gran agujero
abierto en un concreto ángulo en la parte trasera del cráneo, nunca
descubrieron un por qué, pero reconocieron encontrarse muy inspirados en
aquella dantesca escena.
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