Al fin se blandieron los puñales, como los colmillos
de una horrible bestia, brillantes pero oscuros, dispuestos sus terribles filos
para morder su carne y rasgar sus entrañas.
- ¿¡Tú también, Bruto!?
Atormentado por el alcance de la conjura, la traición
y el asalto, César retrocedió torpemente buscando una salida entre sus
agresores y, acorralado al pie de la escalera, trató de protegerse con sus
vestiduras de la violenta agresión.
- Tú dame la cartera o me vas a ver bruto de verdad.
Historia del siglo XXI, sin dudas...
ResponderEliminarSaludos!
J.
Jajajaja, y para que nadie dude, ¡exclamación e interrogación!
ResponderEliminarLa conjura de los necios no se olvida de ti.
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