Estando así tan contra la pared, llegando con poco
resuello a este callejón sin salida, acorralado por tantos y tantos
perseguidores, me dije y les dije, tras una breve iluminación, que olvidáramos
tantos rencores, que la paz es el camino, que qué bella es la concordia y que
tomad, aquí están todas mis armas, las toneladas de explosivos y también las de
malas intenciones, que tomad flores y niños sonriendo y que qué bonito es el
cielo azul de esta mañana, que por favor suelte las esposas. Que ahora somos
buenos chicos. Que nos demos un abrazo.
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