Ese hombre en el que nadie se fija nunca, al que
nadie ve y nadie escucha, al que todos ignoran, ese hombre cuya presencia pasa
siempre tan inadvertida que más bien parece que no existe, es el mismo hombre
que no detecta tu carísimo sistema de alarma con sensor de movimiento, es el
hombre al que ignoran tus fieros perros guardianes, al que no escuchan tus
gatos y que ni siquiera se refleja en tus espejos. Ese hombre tan anodino e
insípido, tan insustancial y vacío que se podría decir que no existe, es el que
desvalija tu casa con tanta pasión y tan poca malicia que luego, desesperado, va
a intentar confesar y, como siempre, la policía mirará hacia otro lado.
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