«Viviré para
siempre, aunque me haya ido, entre estos estornudos, que se han llevado ya lo
mejor de mí, porque me han dejado vacío y seco. Decid a todos que he vivido y
vivo aún en el aire y en la mucosa. Que os quiero. Y que Atchús».
«Salud», dijeron
los asistentes a coro, y el viudo se echó a llorar. Pero, parece que con la
herida aún reciente, no aceptó pañuelos.
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