Aunque diversos medios del mal llamado corazón
(infartado) especularon durante las horas previas a su llegada acerca de su
posible relación con un torero o una folclórica, sorprendió que, finalmente, se
hiciera público cierto idilio con un sacerdote, en una suerte de romance
prohibido y sumamente arriesgado. Las redacciones de diversos programas de
primera línea se frotaron las manos prácticamente al unísono.
“Es mucho mejor de lo que nunca habríamos imaginado.
Gracias a Dios”.
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