¿Que huele a podrido en la urna?, reaccionó
ofendidísimo el diputado. La protesta, por si acaso, se lo repitió en términos
muy semejantes e igualmente colectivos: Sí. Huele a cadáver dentro de la urna. Llega
un hedor insoportable. A muerte, a podrido, o algo peor. No sabemos cómo pueden
respirarlo.
Como el chófer no llegaba y el coche se estaba
retrasando, al diputado no le quedó más alternativa que el diálogo.
Tal vez, dijo tras una breve y desesperada reflexión,
es que nadie se lavó bien las manos antes.
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